viernes, 11 de noviembre de 2016

La carta de los deseos

Erase una vez, hace muchos, muchísimos años,  un país donde a los niños no les trataban cómo lo que eran, niños. Desde bien pequeños, los mayores les obligaban a hacer todos los trabajos posibles y sólo les dejaban tiempo para comer y dormir. No les permitían ir al colegio, ni mucho menos jugar y si les pillaban, aún encima les castigaban durante muchos días sin salir de su casa.
Sus vidas eran de la casa al trabajo y del trabajo a la casa y claro, todo eso para ellos era muy aburrido. A los niños les gustaba más irse a jugar a la calle, ya fuera con un balón o un barco de papel y, se morían de envidia cuando veían a los mayores ir de un lado para otro con sus libros para estudiar en institutos y universidades.
Hartos de esa vida, que no era la propia de un niño, los más decididos de aquel país decidieron investigar para saber si eso ocurría sólo en su país o si, por el contrario habría muchos más niños como ellos.
Buscando, buscando… se dieron cuenta de que no eran los únicos  a los que nos les dejaban disfrutar de su infancia, que había muchos lugares y países en los que los trabajos y los castigos estaban a la orden del día. El más listo de ellos que, en realidad, era el único que sabía leer y escribir, decidió escribir una carta a cada niño de esos países y redactar una en la que les darían a sus mayores unas condiciones para volver a hablarles y vivir con ellos.
Eso hicieron y, mientras esperaban la respuesta de los demás se escondieron en una casa abandonada que estaba a las afueras del pueblo.
Pronto recibieron la respuesta del resto de los niños que, hartos de la situación habían hecho lo mismo que ellos. De una punta a la otra del mundo, empezaron a recibirse cartas con la misma proposición. Escribir una gran carta con sus deseos y llevarla a alguien que les apoyase y que intercediera por todos los niños del mundo.
Entre todos redactaron la carta. En ella pedían que les tratasen a todos por igual, que les protegiesen en lugar de castigarles, que les cuidasen cuando estuviesen enfermos y no les obligasen a seguir trabajando, que les permitiesen jugar, estudiar y sobre todo, ser niños, pero por encima de todo pedían una cosa, que les quisieran y les dieran todo el amor que hasta ahora les habían negado. Todo esto y muchas más cosas pedían los pequeños en esa carta. Esta se la entregaron al más anciano del lugar de cada país y todos fueron al rey o mandatario que se ocupaba del bienestar de sus ciudadanos.
Ninguno de ellos,  sabía todo lo que en sus países ocurrían con sus pequeños y se llevaron un buen disgusto cuando hablaron con sus ancianos. Rápidamente, leyeron la carta y decidieron que era justa y que, esos mismos ancianos se harían cargo de que se cumplieran cada uno de los puntos que referían en la carta. No podía permitir que no dejasen a los niños comportarse como tal.
Los ancianos volvieron al lugar donde los niños estaban escondidos  y les entregaron las cartas de los deseos firmadas por los que mandaban en cada país o lugar donde estaban ocultos. Los niños prometieron salir de sus escondites si los ancianos se hacían cargo de mostrarles la Carta de los Deseos firmada a sus mayores y eso hicieron.
Pasaron unos años y poco a poco fueron mejorando las cosas, los mayores comenzaron a dejarles tiempo para jugar y aprender, quienes vivían un poco mejor, llevaban a los pequeños al colegio y los ancianos se hacían cargo de que no se saltaran ninguna petición de la carta y de que fueran los mayores quienes se hiciesen cargo de los trabajos más duros.
Ahora las cosas han cambiado mucho,  en los países donde sólo se oían los llantos y lamentos de los niños, ahora se oyen las risas y juegos de los mismos. Ya saben la mayoría leer y escribir y de los trabajos se ocupan los mayores, pero sobre todo, ahora ya saben lo que es tener las muestras de cariño de sus padres y sus amigos.


Rosi Requena

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